Según estudios que se han venido
desarrollando a lo largo de los tiempos, se pudo constatar que la mejor etapa
de la vida se encuentra en la madurez, pues en esta etapa que es
aproximadamente hacia los cincuenta años, no hay preocupaciones, es decir si se
querían hijos a esas alturas de la vida ya deberían existir, en esta etapa en
lo que menos se piensa es en los divorcios o separaciones, no existen
preocupaciones por los problemas y achaques de la vejez y mejor aun, no existen
las ansiedades y perturbaciones que se presentan en la juventud. ¿Alguien me
amara?, ¿lograre afianzar en mi carrera?, etc.
En esta etapa hay poco lugar para
la enfermedad que yo he catalogado como la enfermedad de moda “el estrés”, o
por lo menos no con la misma connotación con la que se hablaba cuando se era
joven, aunque después de los sesenta vuelven a tomar vuelo.
“Una filosofía o un lema que deberíamos aplicar la mayoría, incluyendo
a la juventud (no en toda su totalidad), sería la de concentrarse más en ser,
más que en llegar a ser”.
Aunque claro no todo es felicidad
y tranquilidad, todas las etapas del ciclo vital tienen sus pro y sus contra,
incluso en la madurez que se ha catalogado como la mejor etapa de la vida, pues
es en esta donde empiezan a aparecer los cambios, no solo físicos sino a nivel
motriz, socioculturales, y psicológicos, pues una costumbre muy propia de esta
etapa es la negación de los EVIDENTES cambios. Ej. Cuando un hombre de 40 o 45
años se ve “humillado” en alguna actividad, que probablemente en su juventud
era muy destacado, este sujeto no va a precisar que es por la edad si no que
posiblemente “no es su día”, o que es “suerte de principiante”, en fin
infinidad de “disculpas”, que lo que quieren es “maquillar” la realidad.
CATALINA SALAMANCA DÍAZ
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